viernes, 30 de septiembre de 2016

Impredecible...



El silencio de la noche me hace estremecer y volver a preguntarme ¿hasta cuando, sera que dejare atrás el temor que me embarga al sentirme a oscuras? ...
Cada que vislumbro la oscuridad, la llegada de la noche me pongo tensa, porque es la hora de enfrentarme a su silencio , a la quietud,  y yo que soy hiperactiva, no puedo estar inmóvil por tanto tiempo, antes de dormir cierro los ojos intentando pensar que hay alguien conmigo en mi cama, imagino que siento la respiración de Jarumi, la compañera imaginaria en mi niñez, a quien hace poco decidí ponerle un alto porque entre mas pasaban los años se volvía mas arrogante, celosa, neurótica, y quisquillosa...
Y ella, un tanto nostálgica acepto alejarse... aun que no dijo adiós... así que me dejo la incertidumbre de volver uno de estos días...
En noches como esta, cuando me siento sola, suelo extrañarla... si... extraño su risa, su charla y la forma de hacer un remolino con las hojas secas de un árbol, extraño cuando comíamos papilla con limón hasta hacernos caras con su acidez, destapábamos los gerber de manzana y los mezclábamos con fresas para jugar a las comadres, un día le presente a Leda... mi amiga y también compañera de consultas medicas... mi vecina de cama hospitalaria en muchos días... esa vez Leda, lloraba porque le salio una ampula en un pie, entre las 3 la reventamos y con el agua que le broto dibujamos un sol en la alfombra, con el cabello que se nos caía tejíamos pulseras para nuestras muñecas, y con los frascos vacíos de jarabe les armábamos sus biberones, era ¨el club de la anestesia¨ y tenia exclusividad, solo entrabamos con la clave que guardábamos en el tubo de los sueros.

Como no podía dormir hoy me puse a recordarlas... cuantos secretos compartíamos, por ejemplo el de que un día mientras jugábamos en el jardín (Jarumi)le pidió un poco de lluvia a Dios, para brincar en los charcos, y hacer un rió de algodón, o el del pozo que cavamos en el árbol para guardar travesuras, pero el mejor fue la puerta que descubrimos en una nube, para adentrarnos en ella cuando el ángel enviado de Dios nos mandara llamar... ahí seria nuestra eterna guarida... Leda ya la traspaso, y Jarumi quizá ahora estará haciendo guardia en la puerta de esa nube, esperando que yo la traspase... y es en días como estos en que pienso que tal vez sera pronto... pues de tan impredecible que a estado mi turbio mundo caído, la nube se me enfrenta aún que ni siquiera yo  mire al cielo... ¿pero que más da? Si incluso el cielo también puede esperar...


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